Me hiervo al pensar que metiste a dos tristes almas errantes en el mismo escondite y quisiste sentirme, sentirte y sentirle e hiciste lo mismo irrepetibles e inimaginables veces tras saber que no era lo adecuado y tras creerte el mejor. Por cada uno de todos esos suspiros que dejaste en carne viva cerca de todas las partes tangibles e incluso imaginarias, imperceptibles y me atrevo decir que hasta asfixiantes, por encima de todo lo cuerdo y a tientos, reescribes, infliges y no paras hasta camelarte a mi pequeño pero inerte corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario