martes, 22 de febrero de 2011

¿Quién se ocupará de ella?

Me gusta cuando amanece y encontrar mi cama el lugar más cálido del planeta, tanto, que haga que no quiera despertarme. Taparme hasta la nariz y dormir demasiado. Cuando no sigo horarios a rajatabla y todo va sobre la marcha. Cocinar y experimentar nuevos sabores. Los cereales después de estar un tiempo en leche fría. La lluvia dentro de una habitación con grandes ventanales y buena compañía, y el sol a flor de piel cuando salgo a fotografiar. Me encanta nadar y perderme. Escribir lo que me salga, y bailar. Viajar. Las indirectas. Montar en bici y creer que estoy volando. Escuchar repetidas veces la misma canción. Una película que me haga pensar, que me haga llorar y al mismo tiempo, quedarme prendada de casi todos sus diálogos. Buscar un por qué a lo incoherente y leer un buen libro. Reírme por todo y aparentar tranquilidad aun temblando por dentro. Cantar en voz alta y creer que lo hago bien. El color verde. Alien like you por Sebastian Pigott. Bob esponja y sus amigos. Dibujar cosas sin sentido. Respirar aire frio y sentir la arena entre mis manos en mitad de la noche mientras observo las estrellas. Escuchar el sonido del mar. Buscar vida extraterrestre mientras canto una canción, pensar historias de fantasmas mirando fijamente a la luna, estremecerme y llenarme de inquietud. Las mariposas dentro y fuera de mi estómago. Un roce electrificante. Las fresas con nata y la palabra casualidad.

domingo, 13 de febrero de 2011

Febrero

Los sucesos son como la lluvia, ocurren cuando menos te apetecen pero son tan previsibles que no dejan ni un resquicio a que pensemos lo contrario cuando se ven venir de lejos. Y sin tregua alguna, tienes que cruzarte con cada una de las cosas que menos te gustan y empaparte de ellas. Es así como se supone que tiene que ser la vida ¿no? debes ajustar tu rumbo hacia lo que se supone que es lo adecuado y debes olvidar torcer en alguna esquina que suponga cambiar de dirección. Cuando es cuestión de terceros, no puedes hacer más que asustarte. Yo tengo miedo, miedo a la inestabilidad, a lo que me hace tambalear. Miedo a la imposibilidad, a quedarme sentada esperando a la casualidad de mi vida. Así, como febrero, tampoco me suele gustar. No me gustan los meses fríos en los que no pasa más que el tiempo. Me crea cierta desconfianza un mes que, sin previo aviso, a veces dure más y cuando se le antoja, un poco menos. Me enerva temblar de frío en febrero, la lluvia de febrero y todo lo que eso conlleva. Me asusta perderme en menos de 31 días y más aún, disponer de menos tiempo para poder encontrarme.