domingo, 13 de febrero de 2011

Febrero

Los sucesos son como la lluvia, ocurren cuando menos te apetecen pero son tan previsibles que no dejan ni un resquicio a que pensemos lo contrario cuando se ven venir de lejos. Y sin tregua alguna, tienes que cruzarte con cada una de las cosas que menos te gustan y empaparte de ellas. Es así como se supone que tiene que ser la vida ¿no? debes ajustar tu rumbo hacia lo que se supone que es lo adecuado y debes olvidar torcer en alguna esquina que suponga cambiar de dirección. Cuando es cuestión de terceros, no puedes hacer más que asustarte. Yo tengo miedo, miedo a la inestabilidad, a lo que me hace tambalear. Miedo a la imposibilidad, a quedarme sentada esperando a la casualidad de mi vida. Así, como febrero, tampoco me suele gustar. No me gustan los meses fríos en los que no pasa más que el tiempo. Me crea cierta desconfianza un mes que, sin previo aviso, a veces dure más y cuando se le antoja, un poco menos. Me enerva temblar de frío en febrero, la lluvia de febrero y todo lo que eso conlleva. Me asusta perderme en menos de 31 días y más aún, disponer de menos tiempo para poder encontrarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario