martes, 22 de marzo de 2011

Impulsiva

A sabiendas de que por impulsos una no llega siempre a donde desea, a donde busca encontrar lo que en un principio pareció buena idea, un buen plan que trazar a base de pálpitos y dejarse los ojos bajo la mesa para no ir al compás de los días. No quisiste mirar, preferiste volar y dejar que avanzara el momento sin más, detenerte no era tu fuerte, te iba más aquello de arriesgar, mientras pensabas continuamente en la palabra ganar. Perder puede venir detrás, cosa que no reparaste a observar cuando dejarse llevar es mucho más excitante que pararse a pensar en consecuencias irreversibles, en marcas trasversales y preferir recorrer senderos peligrosos, donde acechan con morder al amanecer y dejarte completamente a oscuras. No importa qué depara un segundo, es más estimulante y por qué no, importante ir a ver que pasa y ocurre en lugar de sentarse a mirar. Esperar quiebra a la impaciencia, virtud o defecto. Sin más culpa que la de la inocencia y la de confiar en sonrisas movedizas que flotan alrededor del universo, sentimiento y un poco de eso que te eriza la piel. Electricidad en forma de calma, contrariedades perfectamente ligadas a las casualidades más sorprendentes y un par de palabras que aviven a las ganas de seguir. No escuchar más que lo que quieres oír, sin mapas ni velocidad, sólo continuar en lo que te hizo comenzar. Aclarar la memoria y recordar cada rasguño y medicina de cada tropiezo y caricia, reconocer lo que deseas a través de la mirada, en pocas palabras, sobrevivir inmersa en coincidencias y en actos volubles, tocar lo sublime, actuar.

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