sábado, 22 de enero de 2011

Costumbres

No tenía nada mejor que hacer que analizar un solo instante más que pasaba sin previo aviso, y volví a enfadarme con el tiempo y con las ganas de volverme loco el corazón. Tenía la total certeza de que las cosas no cambiarían de lugar esta tarde ni en este mismo momento. El día iba a seguir siendo frío y el viento no iba a dejar de sobrevolar la ciudad. Los coches no se iban a parar y las calles seguirían encendidas con cientos de pasos sordos y sonrisas medio vacías. Los cafés olerían a conversaciones serias y las bibliotecas estarían repletas de papeles revueltos y un par de bolis a medio gastar. Seguiría el rápido trajín que solemos crear los seres humanos y algún revoloteo de un par de sábanas tendidas. Las estaciones seguirían su curso y su rutina y los autobuses andarían con un destino previo. Decisiones tomadas con precisión y otras no tanto. Y las costumbres, como saber que no siempre sale bien. Aprender a no aferrarse a los abrazos y a conformarse con la memoria.

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